Reconozco que a día de hoy estoy perdidamente enamorada de mi LC-A rusa del 93, una cámara que me tenía cautivada desde el primer día que la vi, a ella y a sus espectaculares fotos y desde entonces ha sido un arduo trabajo tenerla a mi lado. No la cambiaría por nada.
Sin embargo, aunque no le voy a ser infiel, sus otras ediciones me tientan: la Russia Day vestida con cuero rojo o la nueva Silver Lake, metálica y con un precioso cuero marrón, han convertido a la LC-A+ en una cámara aún más elegante y genuina.
La LC-A es la cámara lomográfica por excelencia, la que originó todo este maravilloso movimiento. Una cámara con una lente Minitar 1, un exposímetro interno que ayuda exponiendo automáticamente en cualquier situación, ISO de rango extendido, múltiples exposiciones...
Una gran cámara en un envase pequeño y portable. Una cámara que siempre está conmigo y que si te gusta esta última edición también debería estar contigo:)
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